viernes, 14 de septiembre de 2012

Breve historia de mi curiosidad

Por curiosidad, acompañada de tentación, Eva tomó del fruto prohibido y fue condenada por sus actos. También se cuenta, que ‘la curiosidad mató al gato’; ¿A cuál gato? No lo sé. De hecho, la frase original empezó a usarse en Inglaterra en el siglo XVI y decía ´care kills a cat’ o ‘el cuidado mató al gato’, haciendo alusión a que el exceso de cautela o preocupación puede no ser tan benéfico. Luego la palabra ‘cuidado’ fue cambiada por ‘curiosidad’ y ha permanecido así hasta hoy en día.
Aunque mis padres poco me regañaban, porque pocas razones les daba, porque poco inquieta era; en la escuela sí oí regaños ajenos, sí oí que ‘la curiosidad mató al gato’ y después de recibir tanto aquel discurso entendí, aunque hoy sé que no es verdad, que en el Siglo XX ya todo se conocía. La historia, la biología, la informática e incluso la religión, era tal cual como la decían y explicaban mis profesores. Aprendí que el cielo y el mar son azules, las rosas rojas y las hojas de los árboles verdes; que el arcoíris solo podía ser coloreado con siete colores, ni uno más, ni uno menos.
Probablemente el hombre primitivo también pensó que recoger frutas y cazar animales era lo más innovador y lo ‘último en guarachas’. Pensamiento que pasó por el hombre de la edad antigua, la edad media, la moderna y la contemporánea, siendo esta última, la edad en la que yo vivo, en la que yo dejé la curiosidad en un tiempo de anestesia, en el que no me interesaba por trascender, sentir, percibir… exprimir cada momento de la vida.
Luego de unos años, cuando en el colegio  me empecé a perfilar como una líder a la que le gustaba el periodismo, cuando tuve la oportunidad de sensibilizarme con las situaciones de otras personas, cuando por obligación tuve que comportarme más madura de lo habitual, cuando me pellizqué y me di cuenta que observar más allá de los 120 grados que alcanza a ver la vista humana, me podría dar beneficios sobre cualquier otra cosa, decidí ser autodidacta y autónoma en mis intereses y percepciones.
Pues bien, después de haber observado con cautela y precaución, de haberme dejado sorprender, positiva y negativamente, por tantos detalles que hay en lo sencillo de las personas, los lugares y las situaciones, reconocí que la curiosidad sumada a la inteligencia, puede resolver los porqués, no solo míos, sino de la comunidad e incluso, de un gran grupo en la humanidad; lo que me permite acudir menos a las supersticiones y más a las verdades, que sin necesidad de ser absolutas, son producto de la curiosidad y me acercan más a mis propósitos de ser una periodista y mujer que, como dice Juan Luis Mejía en su texto ‘El culto al avispado’, “indague con sentido, sea eficaz y pertinente”.

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