Festejo en las épocas de El Bosque de la Independencia |
¿El Bosque de la Independencia?, “¡pues claro! era el lugar de paseo de todo Medellín” dice don Hernando Vélez, quien ahora está cercano a cumplir ocho décadas de vida y reside en el barrio Laureles.
Entre risas dice que aunque en ese momento no eran tantos habitantes como ahora, el Bosque de la Independencia lograba en su época, entre 1940 y 1945, reunir a “los ricos, los de clase media, los no tan pobres y los pobres”.
Cuando él tenía unos 10 o 12 años, a su familia le encantaba ir a tardear a lo que hoy es el Jardín Botánico de Medellín. Y a juzgar por su voz, su entonación, su entusiasmo y su pasión al hablar del tema, se concluye sin duda alguna de fracasar, que don Hernando era tal vez el que más disfrutaba del lugar.
Lastimosamente no pude ver su cara, pero al oír aquellas palabras, lo que más se me pasa por la cabeza es el deber, que creo tiene la ciudad, de repensar y recrear un lugar en el que toda la familia pueda estar unida y tranquila. Ese lugar que muchos viejos añoran y saben no volverán a tener.
“Los domingos eran el día más indicado para ir allí. Teníamos dos opciones: irnos almorzados y estar allá después de las tres o cuatro de la tarde, o comprar almuerzo allá para no ‘encartarnos’ desde la casa. Sin embargo, mi mamá prefería levantarse temprano ese día y empezar a hacer el fiambre, de tal manera que a mediodía ya estuviéramos rumbo al Bosque de la Independencia”.
La señora de Vélez, tomaba las hojas de plátano o de biao, las quebraba y las doraba al fogón. Cuando estaban listas para recibir sobre sí todo el almuerzo, la madre de Hernando, echaba el arroz, la papa, la yuca y la carne sudada. Uno que otro día, le daba por hacer salir a flote sus dotes de chef y añadía algún ingrediente diferente a los de siempre, “que para ella era como todo un nuevo mundo y para nosotros, nada del otro mundo”.
Hablando de comida, pareciendo que se le hiciera agua la boca, don Hernando confiesa que nunca perdonaba una ida al Bosque de la Independencia sin comerse un algodón de azúcar e intenta explicarme qué es eso que les gustaba comer tanto en esa época y no sabe que con quien hablaba, es una persona que tal vez es tan adicta a este dulce como lo es él y sin importar que yo haya nacido a finales de siglo.
Mientras él me contaba por teléfono que él llegaba derechito a montar en las canoas, lo que costaba más o menos unos 10 centavos, o sea lo mismo que costaba un pasaje de bus; su esposa, doña ‘Nena’ decía al fondo que ella en cambio disfrutaba más estar por los lados de la pista de baile y la pista de patinaje, pues precisamente era allí donde se sentía el ambiente alegre, lo que va más acorde a su personalidad.
Ambos son melómanos y por ello la música ocupa un gran espacio en sus gratas memorias. Recuerdan con notable dicha aquel quiosco que fue construido por el Congreso Eucarístico que se iba a celebrar en la ciudad, pero que al finalizar éste, quedó estancado en los jardines del Bosque y siguió siendo el escenario para que muchas bandas y grupos deleitaran con sus conciertos. Las bandas que más complacían los gustos de don Hernando y de doña Nena eran aquellas compuestas por instrumentos de viento.
Los años pasaron, don Hernando ya era un adolescente que recordaba con cariño sus tiempos en el Bosque de la Independencia, pero que prefería asistir a otro tipo de sitios más acordes con su edad, sus objetivos y gustos… bailar más, salir más con amigos, conocer sardinas, disfrutar de espacios más ‘fiesteros’.
Algunos años después, el Bosque de la Independencia se convierte en el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe; el cual sufre una crisis por varios años y apenas hace poco está en el proceso de reactivación del mismo y de la zona norte de la ciudad.
Y mientras los espacios van transformándose y cambiando sus estilos, don Hernando sugiere a quienes viven en la ciudad y disfrutan de espacios tranquilos, que aprovechen esta zona, así como él lo hizo cuando era un infante, “pues quién sabe qué pase en unos años con estos lugares y quién sabe cuál será el objetivo de la próxima transformación”.
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